El 18 de marzo se celebra el día de San Salvador de Horta, patrono de los aprendices de zapateros. Nació en el seno de una familia pobre en Santa Colomba de Farnés, a fines del año 1520, y permaneció en la pobreza durante el resto de su vida. De joven viajó a Barcelona en busca de trabajo y aprendió el oficio de zapatero. Luego pudo seguir su vocación religiosa en la abadía de Montserrat, pero pronto regresó a Barcelona y tomó el hábito franciscano. Fue una figura singular, ya que siempre fue muy humilde y casi analfabeto y era despreciado y perseguido antes de ser reconocido como el «gran taumaturgo del siglo XVI».
En el convento empezó a provocar milagros cada vez más numerosos y llamativos. Se acercó pronto una multitud de necesitados, enfermos, atribulados, entre los cuales se multiplicaron los episodios prodigiosos. Para sustraerlo a la curiosidad popular, Salvador fue trasladado de convento en convento. Siempre se mantuvo sereno en su larga y humillante peregrinación, contento con su trabajo y su ferviente oración.
Murió a los 47 años y su sepulcro se hizo famoso por sus milagros. La santidad que no fueron capaces de reconocer sus hermanos, fue siempre reconocida por el pueblo de Dios en todos los lugares a donde fue enviado. Su cuerpo se venera en la iglesia de Santa Rosalía.
En México también se celebra al Batallón de San Patricio
Al enviudar, dedicó su vida totalmente a Dios
El Señor le otorgó el don de la profecía
También protege a quienes trabajan en los hospitales
Fueron martirizadas por pertenecer al cristianismo
Desde joven amó el retiro, el silencio y la oración